El Papa León XIV acaba de confirmar que:
“El matrimonio solo es posible entre un hombre y una mujer.”
Y la pregunta que muchos se hacen es inevitable:
¿Regresar a las creencias de hace 100 años… realmente fortalece a la Iglesia, o la aleja aún más del mundo que dice querer abrazar?
Para algunos, fue un acto de coherencia espiritual.
Una defensa clara de lo que por siglos ha representado el matrimonio dentro de la doctrina católica.
Y sí, tienen derecho a sentirse representados por esa postura.
Tienen derecho a sostener sus valores.
Pero también están quienes llevan toda una vida dentro de la Iglesia,
y hoy se sienten expulsados de ella por amar distinto.
Personas que no piden sacramentos por capricho…
sino porque creen, porque sienten fe…
y porque también merecen amor, dignidad y respeto.
¿Es esto un acto de fidelidad a la tradición…
o una oportunidad perdida para ser más compasivos en un mundo que clama por empatía?
Porque una cosa es preservar la fe…
Y otra muy distinta es usarla para señalar, excluir o juzgar.
Al final, el gran debate no es solo teológico, es profundamente humano:
¿La Iglesia debe proteger el amor… o limitarlo?
Tal vez el Papa hizo lo que muchos esperaban.
Tal vez no dijo nada nuevo.
Pero también es cierto que el mundo necesita una Iglesia que escuche, no solo que repita.
¿Fue su peor error… o su mejor acierto?
Eso lo decidirá la historia.
Pero hoy, más que nunca, vale la pena preguntarnos:
¿Qué haría el amor?