Cuando su esposa murió, no lloró… se fue por un martillo, y por 22 años trabajó para que ninguna mujer volviera a sufrir lo mismo.
Dashrath Manjhi era un campesino pobre de la India.
No tenía estudios, ni dinero, ni apoyo del gobierno. Pero tenía algo que muchos han perdido: una promesa hecha por amor.
Su esposa, Falguni, cayó y se lastimó gravemente.
Vivían en un pueblo alejado, separado del hospital más cercano por una enorme montaña.
Para cuando lograron rodearla —después de más de 70 kilómetros a pie—, ya era tarde.
Falguni murió.
El dolor lo destruyó… pero también lo transformó.
Y ahí, frente a la montaña que le robó al amor de su vida, hizo una promesa silenciosa:
“Esto no le va a volver a pasar a nadie más”.
Entonces comenzó a golpear la montaña, solo con un martillo, con un cincel, día tras día, año tras año, así durante 22 años.
Muchos lo llamaron loco, otros se burlaban, pero él no se detuvo.
Dashrath abrió con sus propias manos un camino de 110 metros de largo, 9 de ancho y 7 de profundidad, reduciendo el trayecto de su pueblo al hospital de 70 kilómetros… a solo 1.
No lo hizo por fama, no cobró nada, lo hizo por ella, por su Falguni, por amor. ❤️
Hoy, India lo honra como el Hombre de la Montaña.
Pero él solo quería ser recordado como un hombre que no dejó que el dolor lo destruyera… sino que lo convirtiera en un camino para los demás.
Esto no es una historia de tristeza.
Es una historia de amor.
Una historia de voluntad.
Una historia que te rompe el corazón… pero también te lo reconstruye. 🌄
