Después de años trabajando juntos, la relación entre Carlos Villagrán y Chespirito terminó en una guerra silenciosa, llena de egos, contratos y personajes que, al parecer, ya no podían compartir el mismo escenario.
Kiko se fue… pero no se fue solo.
Se llevó a Don Ramón y creó su propio programa en Venezuela: Federrico.
¿La historia?
Un niño cachetón, presumido, con mamá mandona y un vecino llamado Don Moncho.
¿Les suena familiar?
Muchos lo vieron como un homenaje.
Otros, como un plagio descarado.
¿La verdad?
El programa fue lo más parecido al Chavo del 8 que se ha hecho sin ser el Chavo del 8.
Mismos personajes, mismos chistes, misma fórmula… pero sin el mismo éxito.
Solo duró dos temporadas.
Tal vez el público no compró la copia.
Tal vez la magia no estaba solo en los actores, sino en el guion original.
O tal vez ya era demasiado tarde para volver a enamorar a la audiencia.
Lo más impactante es que Don Ramón participó en esa primera temporada, a pesar de que ya estaba visiblemente enfermo.
Su carisma seguía intacto, pero su cuerpo empezaba a pasarle factura.
Carlos Villagrán siempre dijo que Chespirito le tenía envidia.
Chespirito nunca lo dijo, pero le prohibió usar el nombre de “Kiko”.
¿Quién tenía razón?
¿Quién perdió más?
¿Y por qué, a pesar de todo, seguimos hablando de ellos como si aún estuvieran al aire?