Sara ya no se sentía amada, su novio había dejado de decirle “te amo”.
Las caricias se habían ido… y las sonrisas también.
Un día, desesperada, escribió una carta desgarradora, le decía que se había ido de la casa, que ya no podía más, la dejó sobre la cama…
y se escondió debajo para ver qué reacción tendría su novio.
Minutos después, él llegó, leyó la nota… y sonrió.
Como si fuera el mejor día de su vida.
Tomó su celular y dijo:
“Hola, amor… por fin la tonta de mi mujer se fue, soy libre, te veo en unos minutos”
y se marchó.
Sara, desde debajo de la cama, sintió que el alma se le rompía en mil pedazos…
pero al salir, en el buró encontró otra nota:
“La próxima vez que me pongas a prueba… asegúrate de esconder bien los pies, fui a la tienda, te amo. Yo también siento que no estamos bien… pero no te quiero perder nunca.”
A veces, uno sufre más por lo que imagina… que por lo que realmente está pasando.
Habla con tu pareja, dile cómo te sientes.
Lo más probable es que él o ella también se sienta igual.
Y no hay nada que una cena romántica y una buena charla de una hora no puedan sanar.
💌 Si esta historia te tocó el corazón, haz que tu pareja también la lea.
Porque a veces, lo único que necesita el amor… es que alguien lo escuche a tiempo. ❤️
IMPORTANTE:
Esta es una historia ficticia, contada con el corazón.
No representa hechos reales, sino que busca inspirar reflexión, abrir espacios de diálogo en pareja y recordarnos el valor de la empatía en el amor.