No, no fue Florinda Meza la que falló. Fue Roberto Gómez Bolaños.
Fue Chespirito quien dejó a su esposa.
Fue él quien abandonó a sus seis hijos.
Fue él quien dejó de luchar por su familia.
Fue él quien, teniendo un hogar, eligió otra cosa.
Aunque me critiquen, Chespirito fue el malo, NO Florinda.
Pero en México, como casi siempre, la culpa se la echamos a la mujer.
A ella la llamamos rompehogares.
A ella la señalamos como la mala de la historia.
A ella la insultamos…
Mientras él, el que traicionó, el que se fue, el que dejó de ser padre,
sigue siendo el ídolo intocable,
el genio, el gran comediante, el orgullo nacional.
¿Y saben qué?
Eso también es violencia.
Porque si el que tenía un compromiso era él,
si el que prometió amor eterno era él,
si el que tenía hijos que lo esperaban en casa era él…
¿por qué seguimos culpando a ella?
Florinda Meza era soltera.
No tenía hijos.
No tenía una familia que cuidar.
Pero Chespirito sí.
Pensar que ella fue la culpable, es parte del machismo que nos carcome:
ese que convierte a la mujer en la tentación,
y al hombre infiel en la víctima.
No se trata de idealizarla.
Se trata de poner la responsabilidad donde debe estar.
Porque el verdadero traidor fue él.
Porque el que abandonó no fue ella.
Fue él.
Hasta a México le falló Chespirito.
Nos hizo reír a todos…
Pero en su propia casa, hizo llorar a muchos.